Carson Pickett de 29 años, es la primera futbolista con una discapacidad física en competir en la élite internacional. La norteamericana juega en el North Carolina Courage, de la NWSL y ha marcado un gol y seis asistencias esta temporada. Además, se estrenó con la selección de Estados Unidos el pasado mes de junio.
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Nació sin antebrazo ni mano izquierda y sus padres fueron los primeros en tratar a su hija como una persona normal. En su casa la norma era: prohibido decir ‘no puedo’. A los 6 meses se arrancó la prótesis del brazo y aprendió a atarse los zapatos, a hacerse trenzas, a trepar por los árboles, a montar en bicicleta y a practicar todo tipo de deportes. Quizá costándole un poco más que al resto, pero siempre sin renunciar a nada.
“Siempre me han preguntado que cómo es hacer las cosas con un brazo y siempre respondo lo mismo: ¿Y cómo se hace con dos? Yo sólo conozco una forma de hacerlo”.
Lo que no tuvo la niñez, lo hizo la pubertad: la vergüenza, escondiendo su antebrazo entre chaquetas de manga larga. Hasta que el fútbol le dio la confianza necesaria para desvestirse física y anímicamente. “Puedo hacer cualquier cosa que otra persona pueda hacer. No hay nada que no haya podido hacer sin mi brazo, siempre se encuentra la manera”.
Hoy es una de las mejores laterales zurdas del fútbol femenino mundial, de gran velocidad, talento y visión de juego.
“Es obvio que no tengo una extremidad, pero en el fútbol no creo que sea una debilidad. Lo único que no hago habitualmente es sacar de banda”, comenta entre risas.
