Lilí Álvarez, la verdadera pionera del tenis español

Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, más conocida como Lilí Álvarez, nació en Roma en 1905. Fue tenista, escaladora, patinadora, esquiadora, automovilista… una extraordinaria deportista que brillaba en todo aquello que se proponía. Intelectual, escritora y periodista. Era feminista convencida. Siempre fue por delante de los tiempos que le tocó vivir y elevó la voz con un discurso absolutamente contestatario, cuando pocas se atrevían.

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De padres españoles, The Señorita, como le decían en Wimbledon, vivió fundamentalmente en Suiza, territorio neutral en medio del belicoso panorama internacional, hasta que decidió regresar a España con 35 años, concluida la Guerra Civil.
 
Con solo 12 años, Lilí ganó el campeonato de patinaje sobre hielo de Saint Moritz, y posteriormente recibiría la Medalla de Oro Internacional de esa modalidad. Con 19 años y mientras practicaba otras disciplinas como el alpinismo o la equitación, ganó el Campeonato de Cataluña de Automovilismo, imponiéndose a todos los hombres. Y más tarde sustituyó los patines por la raqueta, convirtiéndose en la primera tenista española de repercusión internacional.

Fue finalista de Wimbledon en 1926, 1927 y 1928, y ganó el dobles de Roland Garros, en 1929, junto a la holandesa Kea Bouman. Triunfó también en Montecarlo y Roma, entre otros torneos, y con un juego “inusualmente atrevido”, recuerdan las crónicas. Fue capaz de situarse entre las mejores y batir a otras históricas como Suzanne Lenglen, Molla Mallory o Simonne Mathieu.
 
Lilí, moderna y libre, dejó a todos boquiabiertos cuando saltó a la pista luciendo una falda-pantalón transgresora, hasta los tobillos. Además, la federación española de esquí le quitó el título de 1941 por acusar al jurado de machista porque las mujeres habían tenido que esperar a que finalizase la prueba masculina para competir. “Era muy feminista, pero no propagandista del feminismo. Ella lo difundía a través de sus escritos y sus artículos periodísticos, de una forma intelectual. Escribía sobre cosas de las que entonces, en esos años 50 de España, no se hablaba, como el sexo o el control de la natalidad”.

La Señorita fue muy crítica con el amateurismo de los Santana, Gisbert y compañía “es una tremenda hipocresía. Se llaman amateurs, pero viven del tenis, luego no son amateurs; eso es amateurismo marrón”, y lamentó el escaso respaldo que recibió por parte de la Federación: “Tan sólo le costé en toda mi vida 500 pesetas, que me dieron una vez en concepto de gastos, o algo parecido”.
 
“No represento nada para el deporte español, se me ignora totalmente. Soy un cero a la izquierda”, retrató. “Llegar a tu país y ver que no cuentas para nada en todo el movimiento deportivo, después de saber tu trayectoria, duele mucho, esa es la verdad. No sé. Yo creo que debería ser algo así como la anciana del deporte femenino, pienso que posiblemente pudiera haber ayudado bastante a las generaciones de deportistas más jóvenes y… no soy nadie”, lamentaba Álvarez, que como tenista ganó 40 trofeos individuales, 19 en dobles y 21 en mixtos.

¿Qué dirían hoy la historia y los relatos si un hombre hubiera conseguido lo que ella logró? 🤔🤔

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