Este artilugio es una especie de preservativo femenino de látex que se inserta en la vagina como si fuera un tampón. Es un dispositivo de protección por lo que se tiene que llevar puesto como precaución. La mujer no notará nada, pero el violador quedará con el pene dañado gracias a las púas que tiene este artilugio. Además, también previene el embarazo, la transmisión del VIH y las ETS.
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Mientras el agresor queda herido, la víctima puede huir y pedir ayuda. Además, el violador no tendrá más remedio que acudir al médico para que le retiren el Rape-axe con una pequeña cirugía. Hasta ese momento no podrá quitárselo u orinar. También sirve para identificar a este tipo de delincuentes sexuales, pues el ADN que se encuentre en el Rape-axe será el mismo que el de la víctima.
Hay quienes consideran que este condón femenino “no es una solución a largo plazo”, o “hace que las mujeres sean vulnerables a más violencia por parte de los hombres atrapados por el preservativo”, o consideran este dispositivo una forma de “esclavitud a la que ninguna mujer debería ser sometida”.